Acabamos el Capítulo 3 del documento de la CEE «Comunidades acogedoras»

Comunidades acogedoras y misioneras Identidad y marco de la pastoral con migrantes Exhortación pastoral

Documento aprobado por la CXXIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española celebrada en Madrid del 4 al 8 de marzo de 2024.

Nota Bene.- Hoy, 14 de Mayo, completamos el Capítulo 3 con los apartados 4, 5 y 6.

3.4. ¿Qué tipo de pastoral con migrantes? Función de las delegaciones / secretariados

  1. Aunque hablamos de «pastoral con migrantes», convendría ir utilizando la expresión « personas migradas», u otras que contribuyan a modificar la percepción colectiva y a liberar a sus protagonistas y sus descendientes del cliché «migrante». Migrar es trasladarse geográfica[1]mente, tiene un inicio y un final. Si no, ¿cuándo dejaremos de considerar a una persona y su descendencia como migrante, forastera? El lenguaje estructura el pensamiento, cuidémoslo propiciando un lenguaje que nos acerque más que uno que nos separe. A cada Delegación o Secretariado de Migraciones se le confía la misión de promover en cada su diócesis la acogida, acompañamiento e integración de las personas migradas en la vida pastoral y social, velando por que esta inclusión sea efectiva en todos los niveles y ámbitos eclesiales y sociales. Para ello es oportuno contar con un equipo y diseñar un proyecto pastoral específico según lo expresado en la presente exhortación o con los que puedan recibir complementariamente de sus obispos.
  2. Pastoral específica no quiere decir pastoral paralela, mucho menos aún —como nos previene Juan Pablo II— «una pastoral marginada para marginados». Se trata de dinamizar la presencia de personas migradas o de quienes fueron migrantes en la pastoral diocesana. Por tanto, pastoral específica (con proyecto propio), encuadrada y coordinada en el plan pastoral diocesano, que tendrá en cuenta las circunstancias que caracterizan la situación de los migrantes, para hacer llegar hasta ellos la plena misión de la Iglesia, de la misma forma que otras pastorales específicas que se encargan de sectores de población que viven circunstancias especiales, tales como pastoral de la salud, juvenil, penitenciaria, etc. Una pastoral para la que es conveniente formarse adecuadamente

Esta pastoral aparece como atención a un fenómeno complejo que necesita una respuesta integral. Que debe ser abordada desde el punto de vista individual o de atención inmediata, pero también en sus dimensiones religiosas, sociales, y políticas. Acoger, proteger, promover e integrar es el «himno» de fondo de nuestra tarea. La pastoral con personas migradas comprende tres ámbitos de actuación irrenunciables: 1.- Acompañamiento al migrante como creyente en su entorno religioso y eclesial. 2.- El servicio a la persona extranjera en sus necesidades y su vocación concreta. 3.- La atención pastoral, protección y cuidado de las personas y las familias. Desde estos tres ámbitos incidimos en la promoción humana integral con especial atención a la dimensión religiosa, pero sin dicotomías ni reduccionismos de uno u otro signo. En relación con el servicio a la fe anunciamos la buena noticia de Jesús. Si es pastoral no podemos dejar de presentar la meta trascendental en la que nos situamos: cuidar, acompañar, madurar la experiencia de fe y el encuentro con el Señor Jesús. En relación con la promoción humana, la acción pastoral es sensible a los «gozos y las esperanzas» de los migrantes y de la sociedad de acogida. Todos podemos ver el sufrimiento, el disgusto y las aspiraciones que conllevan los flujos migratorios; por ello la pastoral con migrantes trabaja comprometidamente junto a otros agentes sociales por el desarrollo de los derechos humanos universales y el concepto de «plena ciudadanía» en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia (FT 131).

34. A las delegaciones/secretariados les corresponde ofrecer los cauces para que las diversas entidades eclesiales que cuenten con proyectos de misión para personas migradas en las diócesis (Cáritas, vida consagrada, etc.), se conozcan, dialoguen, coordinen y complementen respetando la especificidad de cada una. También fomentan la pastoral con migrantes y el trabajo en red en los arciprestazgos, unidades pastorales, en parroquias o entre ellas, tanto en cada diócesis como entre ellas.

3.5. En una pastoral diocesana de conjunto

  1. Estamos ante un nuevo rostro sociológico de la Iglesia en España. Un tiempo nuevo con una nueva feligresía, un nuevo perfil de comunidades, donde la diversidad cultural es ya una hermosa realidad con nuevas expectativas sobre las generaciones emergentes que hay que mimar. Comunidades acogedoras y misioneras La pastoral con migrantes solo podemos enfocarla correctamente si la situamos dentro de la pastoral de conjunto de toda la diócesis. Sabe[1]mos que el sujeto de la acción evangelizadora es toda la diócesis y al mismo tiempo es destinataria de la misma acción. De ahí derivan dos planos en la acción pastoral: a) En cada diócesis. La pastoral con migrantes trabaja por incorporar esta realidad de la acogida personalizada y la diversidad cultural en cada acción diocesana, para que toda ella la tenga en cuenta. b) Entre diócesis. En este ámbito de coordinación, aparece la tarea urgente de poner en relación a las diócesis según sus características (de frontera, urbanas, rurales, por proximidad en la zona, etc.), así como en función de la movilidad (de salida, las de primera acogida, las de tránsito y las de inserción). Esto requiere una mirada sinodal a la hora de pensar juntos y planificar las pastorales que inciden con la migración, incluso con otros países. Un ejemplo de esta solidaridad interdiocesana lo constituyen es[1]tos proyectos del Departamento: La Mesa del Mundo Rural, los Corredores de Hospitalidad, la Guía atlántica de hospitalidad, la Guía de recursos para migrantes. Cada vez es más necesario un trabajo conjunto y en red entre diócesis.
  2. Llegando a este punto subrayamos un elemento especial. La acción social y Cáritas singularmente tienen sus misiones concretas. La pastoral con migrantes comparte objetivos con ambas, pero no ha de confundirse ni ser asumida por ellas, ya que tiene su espacio propio en la acción pastoral integral. En ocasiones, la escasez de fuerzas lleva a las pastorales más próximas a ser agrupadas. Si llegara el caso, lo importante es que la diócesis o la estructura pastoral determinada vele para que los objetivos de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes queden garantizados, incluyendo la atención religiosa, y que no se vivan aisladamente a nivel local o diocesano. Sabemos que la acción caritativa de la Iglesia no es una acción aislada, sino que es una dimensión de la vida cristiana. La coordinación pastoral es una tarea incuestionable en la forma de diseñar la pastoral de este cambio de época, pues no se trata de diseñar «parcelas», ya que las personas y las necesidades de la misión no entienden de «negociados», sino que necesitan el abrazo integral de la Iglesia. Cáritas despliega de forma consolidada y muy estructurada la acción social. Posee una estructura con técnicos, dotación económica y una espléndida reflexión que acompaña, dinamiza e impulsa la tarea caritativa de la Iglesia allá donde está. Pero hay personas, familias, situaciones específicas que necesitan ser atendidas en la caridad de Cristo, pero deben enriquecerse con otras dimensiones: la catequética, la misionera, la celebrativa, la formación cristiana, la incidencia, etc. La pastoral con migrantes, por tanto, comparte espacio con la pastoral caritativa, pero además aporta su vocación de integrar la sensibilidad, las demandas y las singularidades de los migrantes. Cuando trabaja con y junto a Cáritas, puede enriquecer y complementar su acción caritativa.
  3. La pastoral con migrantes ha de ser cada vez más transversal, presente en las acciones y tareas que pertenecen en sí a toda la comunidad cristiana. Así como la pastoral familiar abarca dimensiones como la litúrgica, la social, la afectiva o legal, también la pastoral con migrantes abarca realidades y dimensiones específicas y las intenta integrar o conectar en las otras realidades: pastoral familiar, pastoral social, liturgia, evangelización y diseño de procesos propios de evangelización y acompañamiento.

Planteamos una pastoral donde cada elemento piensa en el horizonte común de la misión, en las personas y sus procesos. Eso implica trabajar desde la complementariedad, donde las diversas pastorales aprendan a «complementarse» para hacer llegar en cada acción la cercanía de Dios. Igualmente, la pastoral con migrantes no puede dejar de ofrecer el servicio de la caridad que Cristo quiere realizar por medio nuestro

3.6. Trabajar en procesos y por proyectos

  1. Tanto en las diócesis como en las parroquias trabajamos en un estilo pastoral heredado, que básicamente se circunscribe a departamentos o áreas autosuficientes. Esa organización nos ocupa mucho esfuerzo tanto en la oferta de servicios como la atención que cada espacio concreto necesita, «como se ha hecho siempre», decimos. Pero esto, en cada vez más lugares de nuestra geografía, da muestras de agotamiento. No podemos conformarnos con ir tirando o tapando agujeros. De ahí la llamada a repensar y plantearnos nuevas maneras que simplifiquen y hagan más eficaz el servicio y el testimonio de una comunidad acogedora y misionera. Con una pedagogía sinodal que nos reúna para es[1]cuchar juntos al Espíritu que guíe las decisiones. Vemos la necesidad de afrontar una conversión pastoral en la que no se presuponga la fe sociológica, y de evitar el riesgo de que cada acción pastoral ofrezca su «especialidad», pero descuidando la globalidad y el acompañamiento unificado que necesitan los procesos personales de quienes se acercan a la Iglesia por primera vez o de modo estable.
  2. En el diseño de programas o de enfoques pastorales conviene recordar que «el tiempo es superior al espacio». Eso implica una llamada a cambiar no solo estructuras, sino la misma mentalidad. «Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos» (EG 223). Esta importante perspectiva nos ayuda a resituarnos como pastoral con migrantes, para: a) Priorizar los procesos y diseñarlos. Darle prioridad al tiempo es ocuparse en iniciar procesos más que en poseer espacios. b) Priorizar los proyectos sobre los departamentos o las áreas. Coordinar actuaciones, trabajar por proyectos.

Se trata de pasar de la desconfianza a la estima de lo que otros hacen. De las ideologías a poner a las personas y sus preocupaciones en el centro. El protagonismo es contrario a la complementariedad que buscamos.

Cuando falta la visión de complementariedad uno cree que solo lo que hace su grupo es lo válido y que lo que hacen otros no aporta nada o no hay que hacerlo. Ya lo anticipaba el documento de la CEE en 2007:

Dada la magnitud y la complejidad del fenómeno de las migraciones, se impone la colaboración, en primer lugar, entre todas las personas, instituciones, organizaciones y servicios de la Iglesia; pero también con las instancias civiles, sociales y de la Administración pública o de la iniciativa social, como ONG, etc. Es el estilo de trabajo que se denomina «trabajo en red». Sin embargo, la Iglesia cuidará de mantener siempre su especificidad y su dimensión de trascendencia, en fidelidad a su Señor y al mandato recibido.

 

 

 

 

 

 

 

 

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