Comunidades acogedoras y misioneras: final

Comunidades acogedoras y misioneras Identidad y marco de la pastoral con migrantes Exhortación pastoral

Documento aprobado por la CXXIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española celebrada en Madrid del 4 al 8 de marzo de 2024.

Hoy, 18 de Mayo, concluimos la publicación por entregas de este importante documento. Esperamos publicarlo próximamente de una vez en su texto íntegro.  

  1. Contribuir a la formación de todos: seminaristas, presbíteros y laicos:
  2. Proponemos un diálogo entre el Departamento de Migraciones y la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios, para que, en colaboración con los responsables concernidos con la formación de presbíteros y seminaristas, reflexionemos juntos:

— Diseñando materiales o proyectos de formación que, basados en la Doctrina Social de la Iglesia, contribuyan a capacitar a seminaristas y presbíteros en su servicio a las comunidades de una Iglesia cada vez más sinodal y culturalmente diversa. Ofreciendo cursos específicos en sus estudios teológicos, para mejorar sus competencias en torno a la teología y la pastoral con migrantes, etc.

— Ofreciendo a las diócesis programas o cauces nuevos, orientados a facilitar e incorporar a los sacerdotes llegados de otros países, con el fin de ayudar a discernir y acompañar esta realidad intercultural presente ya en seminarios, presbiterios y vida consagrada en todas las diócesis.

  1. Proponemos a los responsables de la formación en los seminarios que animen y faciliten a los seminaristas realizar experiencias pastorales en los países de misión ad gentes, especialmente aquellos que coinciden con los países de origen de los grupos de migrantes mayoritarios en la diócesis.
  2. Agradecemos a la Fundación Pablo VI, a las universidades católicas, a Cáritas y otras entidades locales vinculadas a la Iglesia que con sus actividades promueven la Doctrina Social de la Iglesia mediante estudios e informes profundos en relación con las migraciones. Los animamos a continuar ofreciendo claves de interpretación en torno a temas de actualidad que van surgiendo, y a realizar teología de las migraciones y otros estudios conectando la realidad con los desafíos pastorales.
  3. Animamos a los pastores a prepararse ellos mismos y preparar a los fieles locales para el encuentro con los migrantes y refugiados que profesan otras religiones, ya que representa una ocasión concreta de testimonio gozoso que puede profundizar y fortalecer la fe católica.
  4. Encomendamos a las delegaciones o secretariados de migraciones que, con la ayuda y en coordinación con otras delegaciones o entidades de las diócesis, ofrezcan formación específica a ministros y agentes de pastoral para evitar sesgos xenófobos, salir al encuentro, mejorar la escucha, y establecer contacto con los recién llegados e invitarlos a conocer y participar en la comunidad local.
  5. Cuidar la participación activa de las personas migradas:
  6. Animamos a los párrocos y quienes asumen responsabilidades pastorales, a promover la participación activa de los migrantes católicos en la vida de las diócesis y las parroquias, involucrándolos especialmente en los consejos pastorales parroquiales, y en cualquier organismo o responsabilidad pastoral donde no suelen estar, para que sean sujetos activos y no solo destinatarios de la evangelización. Esta participación inclusiva e intercultural afortunadamente ya es una realidad que hay que proseguir en la vida consagrada y cada vez más en la vida parroquial.
  7. Invitamos a los migrantes y refugiados católicos a redescubrir la centralidad de la eucaristía, a celebrar los sacramentos y la vida junto a sus respectivas parroquias o comunidades de referencia, y a los responsables de las parroquias a hacer partícipe al resto de la comunidad de cada pequeña victoria en la vida de las personas vulnerables.
  8. Encomendamos a las delegaciones o secretariados de migraciones que ofrezcan a los migrantes herramientas o programas que los capaciten para que puedan estimar y hacer suyos los valores religiosos y culturales de la comunidad y territorios donde viven. Y para que puedan reconocer los suyos como una valiosa aportación a la vida de las comunidades locales. La integración reclama reciprocidad y apertura en todos.
  9. Proponemos a los responsables de los programas pastorales diocesanos, parroquiales, de vida consagrada, movimientos, santuarios, centros educativos, etc., revisar si sus actividades de misión facilitan o no, la acogida, participación e inclusión de los migrantes y refugiados. Sobre todo, para ver qué funciona y qué no en relación con su participación en las propuestas de primer anuncio, de transmisión de la fe, formación y celebración comunitaria de la fe.
  10. Apoyamos todas las iniciativas que se han puesto en marcha para la atención pastoral específica de los fieles de diferentes grupos o comunidades lingüísticas en forma de capellanías, grupos o ritos específicos —ministros, estructuras y programas—. Pero sabemos que esto es solo un primer paso que no debe perder nunca el horizonte de la integración, que no es asimilación. Debemos armonizar la atención específica y particular a las realidades diversas, pero no podemos olvidar la necesidad de la atención pastoral de los fieles de forma global, de modo que encuentren un hogar espiritual en sus parroquias, que son las que garantizan la inculturación a largo plazo.
  11. Animamos a las delegaciones o secretariados de forma especial y a los responsables de las parroquias a acompañar y cuidar de forma articulada las diversas manifestaciones de piedad popular de quienes llegan a nuestras comunidades.
  12. Construir comunidades acogedoras y hospitalidad:
  13. Confiando en el Espíritu Santo y los procesos que inspira, esperamos que la dinámica y las conclusiones del proceso sinodal sean asumidas por el pueblo santo de Dios como oportunidad para discernir y concretar en cada comunidad cómo encarnar una Iglesia que vive y se muestra como familia que acoge a todos, todos, todos.
  14. Alentamos a las parroquias, a los responsables de proyectos de misión de la vida consagrada y de los movimientos eclesiales a promover experiencias de hospitalidad, generando procesos de inclusión y potenciando espacios de escucha y encuentro, lazos de amistad. Por ejemplo: grupos de oración, cafés-tertulias, acciones de patrocinio comunitario como pisos tutelados por miembros de las parroquias o movimientos, grupos de escucha y orientación psicológica para gestionar la soledad, talleres de formación para personas recién llegadas y también sobre la cultura del encuentro que ayuden a sensibilizar y situar a las comunidades que acogen.
  15. Agradecemos su entrega a las entidades eclesiales que trabajan por la cultura de la hospitalidad, muchas de ellas vinculadas a la vida consagrada. Sin duda, están señalando un valor de futuro. Exhortamos a que se sigan dando a conocer y que, junto a las Mesas de Coordinación, las delegaciones o secretariados de migraciones, las comisiones de Vida Consagrada y Familia, Laicos y Vida, den a conocer los proyectos que ya existan y ofrezcan diversas modalidades de acogida y hospitalidad de urgencia, temporales o más estables en familias, comunidades de vida consagrada, movimientos, parroquias, etc.
  16. En coherencia con la cultura de la vida:
  17. Proponemos a los responsables de las comunidades católicas cuidar la maternidad en situaciones vulnerables. Se trata de detectar y proteger a las mujeres migradas en estado de gestación y a las mujeres solas con niños a su cargo, e identificar potenciales víctimas de la trata, asegurándoles el apoyo necesario y la derivación a proyectos de protección cuando la situación lo requiera. Para ello necesitaremos la coordinación con las entidades diocesanas que ya realizan esta atención de forma global.
  18. Encomendamos a las delegaciones o Secretariados de migraciones que periódicamente actualicen y den a conocer en sus diócesis la Guía de recursos para migrantes, la Guía para acompañar como Iglesia a niños, niñas y jóvenes migrantes solos, el material de formación para promover en las parroquias Comunidades acogedoras y misioneras, y los que surjan de la CEE a través del Departamento de Migraciones.
  19. Exhortamos a las administraciones públicas a desarrollar programas eficaces para la integración de los niños y niñas migrantes y jóvenes no acompañados una vez alcancen la mayoría de edad.
  20. Seamos críticos con narrativas que, bien despreocupados por la4. Seamos críticos con narrativas que, bien despreocupados por las causas de las migraciones, bien instrumentalizando el sufrimiento, utilizan a los migrantes o refugiados como arma política. Con el papa Francisco, pedimos la apertura de vías legales y seguras para los migrantes.
  21. Respecto a los centros de internamiento para extranjeros (CIE), la Iglesia aboga por su cierre y, en su caso, la búsqueda de otras alternativas para los casos necesarios. Mientras continúen abiertos, animamos a los capellanes de los CIE a conformar equipos y reforzar la atención pastoral y el cuidado integral de los internos. También invitamos a las delegaciones o secretariados a trabajar en red y entrar en relación con la pastoral penitenciaria, ya que los centros penitenciarios también son espacios de gran diversidad cultural y religiosa para el cuidado pastoral de las personas privadas de libertad.
  22. Trabajar juntos por la «plena ciudadanía» de todos:

A cuantos conformamos el santo pueblo de Dios según nuestras circunstancias, compromisos y condición, los exhortamos a:

— Incidir social y políticamente de acuerdo con el concepto de «plena ciudadanía» según Fratelli tutti, que favorece la integración y nos impulsa a reclamar leyes que permitan el acceso a la regularización, al trabajo digno, la vivienda, la sanidad, la educación, la cultura; en definitiva, todo lo que promueve para migrados y autóctonos la dignidad, la convivencia, la redistribución de la riqueza y el bien común (FT 131).

— Evitar actitudes de discriminación o diferencia entre minorías o identidades, donde lo esencial no sea la pertenencia a un lugar, sino la participación en la vida social.

— Apoyar y respaldar de forma activa las iniciativas de trabajo en red entre entidades eclesiales y otras organizaciones que trabajen por la integración y la acogida a nivel de pueblos, barrios y sociedad civil. Desde aquí, igualmente, animamos a apoyar o crear estructuras de acompañamiento a quienes están en situaciones de irregularidad administrativa o de mayor vulneración, sobre todo en las fronteras.

— Orientar y ayudar a las personas migradas en los trámites burocráticos con las administraciones públicas a todos los niveles y fomentar donde sea posible la coordinación con las administraciones para facilitar la integración y regularización administrativa de migrantes y refugiados.

  1. Ser parte de las narraciones positivas y el servicio a la verdad:
  2. Proponemos a las delegaciones o secretariados de migraciones que, junto con Cáritas y las oficinas diocesanas de comunicación, concreten el modo de transmitir por todos los medios posibles narraciones que muestren a la comunidad cristiana lo positivo que aporta la migración a las comunidades y a la sociedad, así como la forma de desmentir bulos.
  3. Encomendamos al Departamento de Migraciones que, junto a la Oficina de Comunicación y a los medios de comunicación vinculados a la CEE, dialoguen y ofrezcan herramientas a los comunicadores en medios católicos en torno a los fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia respecto a las migraciones y las narraciones positivas sobre las mismas.
  4. Animamos a presbíteros y diáconos a que en su predicación y actividad pastoral contribuyan a visibilizar positivamente la aportación de los migrantes al bien común de la sociedad y la parroquia, evitando actitudes de racismo y aporofobia. Asimismo, los invitamos a que promuevan en la comunidad parroquial criterios morales y éticos para proteger los derechos de los trabajadores, incluso si están en situación administrativa irregular (trabajadoras domésticas, trabajadores en el campo, en la construcción, en los cuidados a personas ancianas o dependientes, etc.).
  5. Invitamos a los agentes de pastoral, a los responsables de movimientos y centros educativos católicos, a propiciar momentos y espacios de encuentro entre generaciones y culturas que posibiliten la escucha, superen prejuicios y favorezcan el enriquecimiento mutuo.
  6. Exhortamos al santo pueblo de Dios a reconocer con lucidez las implicaciones entre la ideología y la mirada de la fe, porque muchas veces la primera condiciona y contamina a la segunda. «Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, hacien do prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de las hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno» (FT 39).
  7. Animamos a los agentes sociales y pastorales a colaborar entre ellos para dar a conocer a las poblaciones autóctonas los complejos problemas de las migraciones y contrarrestar los recelos infundados y los prejuicios ofensivos hacia los extranjeros, a contribuir con la verdad para ayudarnos a reconocer y vencer el miedo al otro.
  8. Los medios de comunicación social tienen en este campo un papel de gran responsabilidad: a ellos compete desenmascarar estereotipos y ofrecer informaciones veraces. También ellos están llamados a entrar en esta «conversión de las actitudes» y a favorecer este cambio de comportamiento hacia los migrantes y refugiados.
  9. Abiertos al diálogo ecuménico e interreligioso:
  10. Recomendamos a las delegaciones o secretariados de migraciones que junto a los responsables diocesanos de ecumenismo y diálogo interreligioso promuevan actividades que contribuyan a reflexionar sobre la migración, promover la inclusión de los migrantes y refugiados y difundir el mensaje de la fraternidad universal.
  11. Recomendamos a las comunidades locales y sus responsables re forzar su capacidad para participar en el diálogo ecuménico mediante actividades de formación y conocimiento de otras comunidades eclesiales.
  12. Recomendamos a las comunidades locales y sus responsables reforzar su capacidad para participar en un diálogo interreligioso desde la vecindad, mediante actividades de formación y conocimiento mutuo entre religiones, más allá de las generalizaciones y los prejuicios.
  13. Proponemos fortalecer la cooperación ecuménica, tanto en la oración como en la acción, entre los líderes cristianos que trabajan en el mismo territorio.
  14. Ofrecemos signos de esperanza y comunión:
  15. No queremos concluir esta exhortación pastoral sin alentar a las diócesis y comunidades a implementar el trabajo en red y a compartir sus buenas prácticas en todos los niveles. Cada vez necesitamos más este modo de crecer en comunión y sinodalidad. Sabemos que, en nuestro tiempo, todo cambia deprisa. Es probable que este documento necesite ser revisado y actualizado dentro de unos años. No obstante, mientras se consideren vigentes y de utilidad, contamos con los siguientes proyectos que, impulsados por el Departamento de Migraciones, apuntan a un modo de hacer en el presente o el futuro y son signos de esperanza para la Iglesia que peregrina en España:
  16. Las Mesas de Migraciones, que con este u otro nombre, lideradas por las delegaciones o secretariados de Migraciones, coordinan la acción y la pastoral con migrantes en el ámbito diocesano o interdiocesano, contribuyen a agilizar dispositivos de emergencia cuando sean necesarios y posibilitan la misión transversal, en red y por proyectos. Estas Mesas se conforman siempre junto con las Cáritas y las CONFER diocesanas, pero pueden incluir otras entidades eclesiales o delegaciones diocesanas que cada diócesis considere oportuno.
  17. La Mesa del Mundo Rural, para contribuir a la repoblación de pueblos y pequeñas comunidades cristianas poniendo en relación a familias migradas que quieran vivir en el ámbito rural con entidades que faciliten la revitalización de los pueblos.
  18. Los Corredores de Hospitalidad, inspirados en los corredores humanitarios, para vivir la solidaridad interdiocesana y contribuir a la cultura de la hospitalidad, el patrocinio comunitario y el traslado de jóvenes extutelados desde Canarias a otros lugares en la Península o en Europa
  19. La Guía de recursos para migrantes que elabora y actualiza el Departamento en colaboración con las delegaciones diocesanas para ofrecerlos a las personas en movilidad humana y fomentar el trabajo interdiocesano en red.
  20. El proyecto Hospitalidad Atlántica y la Guía atlántica de hospitalidad. Proyecto en red con países de África noroccidental que pone en relación a diócesis de origen, tránsito y llegada, acompañados por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y trabajando junto a RAEMH, ICMC, RefAid, etc.
  21. Los Círculos de Silencio, como gesto significativo en espacios públicos para sensibilizar y posicionarnos junto a los migrantes en la reclamación de sus derechos.
  22. Apoyar al Departamento de Trata de la CEE y prestar atención a las causas y consecuencias del tráfico de seres humanos en cada territorio

 

Agradecimientos

  1. Agradecemos a las personas y familias migradas su valiosa aportación a la revitalización de nuestra sociedad y en el caso de los católicos también su contribución a revitalizar nuestra Iglesia y ayudarnos a profundizar en la catolicidad que ha de caracterizarnos. También agradecemos a todos los miembros de la pastoral con migrantes y a quienes, desde dentro o fuera de nuestras comunidades cristianas, caminan junto a ellos. Nuestro reconocimiento a Cáritas, a la vida consagrada y a todas las realidades eclesiales cuyos fines y actividades contribuyen a hacernos ver a Cristo en cada uno de los hermanos y hermanas en vulnerabilidad, proclamando y defendiendo la dignidad de toda persona migrada, desplazada o refugiada. De este modo, «la asistencia brindada no se considerará una limosna de la bondad de nuestro corazón, sino un acto de justicia que se les debe»

Proponemos la Sagrada Familia de Nazaret como icono de la pastoral con migrantes: a la Virgen María en su visitación y premura en servir a Isabel y comunicarle la alegría de Jesús; a san José, custodio de su familia en el viaje migratorio. Y nos animamos a imitar a todos los hombres y mujeres santos que con una vida evangélica han encarnado el acoger, proteger, promover e integrar a migrantes y refugiados mostrando el rostro más hermoso y católico de la Iglesia, «puerto seguro».

Con el profeta Isaías, os invitamos a celebrar que «algo nuevo ya está brotando. ¿No lo percibís?» (Is 43,19) y escuchando al Señor Jesús repetimos: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicisteis» (Mt, 25,40). Ánimo y muchas gracias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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