A propósito del «sermón de Cascante»
De anécdota a categoría y viceversa
Román Felones
FUENTE: Diario de Navarra, 6 Septiembre 2024, página 9, Opinión.
Por razones del cargo que ocupé durante algunos años, tuve la oportunidad de asistir a decenas de procesiones y misas mayores en las fiestas patronales de nuestros pueblos. En consecuencia, me toco escuchar homilías de todo tipo. …….. Pero todo, aun con algunas salidas de tono, dentro de un orden.
De ahí que cuando el lunes [2 de Septiembre] leí la información aparecida en el Diario de Navarra referida a las fiestas de Cascante, en la que el periodista se hacía eco de lo sucedido en la misa celebrada en la Basílica del Romero repleta de fieles en el día grande de las fiestas de la localidad, no pude menos de leerla con interés. Me incitaron a ello los titulares: “Un día grande entre flores y polémica” y 2un sermón sobre inmigración entre el murmullo de los fieles”; y las entradillas: “La homilía se interrumpió ante las referencias que el cura Jesús Planillo hizo a las ayudas que reciben los inmigrantes” y “Jesús Planillo lamentó el descenso de fieles a las misas y lo achacó al creciente aumento de la población musulmana”. Cómo sería el asunto que el párroco se vio obligado a intervenir discretamente ante el predicador, lo que obligó a éste a pedir unas disculpas, al parecer, no demasiado sentidas.
Que esto se escuche en una iglesia católica, de boca de un sacerdote, clama al cielo, nunca mejor dicho. Si se hubieran pronunciado en el ámbito civil, la repulsa de casi todos los partidos habría sido inmediata, a excepción de aquellos que están utilizando la inmigración como un arma poderosa para la confrontación y la lucha política partidista, generando rechazo e incluso odio hacia quienes lo arriesgan todo para encontrar mejores condiciones de vida para elosy sus familias. Asía sido también en esta ocasión. Pero, y esto agrava el caso, se han pronunciado en una iglesia, yendo en contra de los más elementales principios de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, la doctrina social de la Iglesia, los reiterados pronunciamientos del papa Francisco y la labor ejemplar y admirable de los muchos sacerdotes y religiosas, bastantes de ellos navarros, que en el Tercer Mundo de donde proceden la mayoría de nuestros inmigrantes, no conciben una evangelización que no vaya acompañada de la ayuda a los más necesitados, y la lucha por la justicia y la dignidad de todas las personas.
Que en el trato al inmigrante hay pícaros que se aprovechan de la situación es evidente; que entre los inmigrantes (y autóctonos) hay algunos que conocen todos su derechos y casi ninguna de sus obligaciones, lo podemos constatar diariamente; que las ayudas que ofrecen las instituciones no van siempre a los que más las necesitan y la picaresca genera críticas entre la ciudadanía, también es verdad; que los programas y procedimientos de ayuda deben mejorarse para optimizar los recursos y evitar rechazos innecesarios, lo demandan instituciones beneméritas como Cáritas y otras ONG involucradas en la tarea, Pero no elevemos la anécdota a categoría.
Navarra, que ha sido históricamente una tierra de emigración, puede y debe seguir siendo una tierra de acogida por varias razones: porque lo necesita ante el envejecimiento de la población; y por solidaridad humana con quienes menos tienen, sin hablar de exigencia cristiana, predicable a los que nos decimos creyentes.
Afortunadamente el sacerdote cascantino ha rectificado y su opinión ha sido desautorizada por el párroco y el arzobispado con un mensaje nítido: “nuestra obligación es acoger, proteger, promover e integrar a todas las personas que vienen de fuera”. Lo que pudo ser un verdadero problema, se ha quedado, gracias a Dios, en una anécdota.