El documento Dignitas infinita habla tambien de emigrantes y de víctimas de la trata

Publicamos un pequeño extracto, sólo tres números, del magnífico documento “Dignitas infinita” que ha publicado el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, sobre la infinita dignidad del ser humano, raíz de todos sus derechos y también de sus deberes. El documento tiene cuatro partes, las tres primeras más doctrinales o teológicas, y la cuarta, la más extensa, sobre las múltiples violaciones de esa dignidad que se cometen en nuestro tiempo. Esta parte fue añadida al borrador del documento por indicación expresa del Papa Francisco.

De este documento, que tiene una extensión de 30 páginas, hemos seleccionado los párrafos que se refieren a los emigrantes y a las víctimas de la trata de personas.

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El trabajo de los emigrantes

  1. Los emigrantes están entre las primeras victimas de las múltiples formas de pobreza. No es solo que su dignidad viene negada en sus países,[72]sino que su misma vida es puesta en riesgo porque no tienen los medios para crear una familia, para trabajar o para alimentarse.[73]Una vez llegados a los países que deberían poder recibirlos, «no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. […] Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos».[74] Por tanto, es siempre urgente recordar que «todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación».[75] Su acogida es una forma importante y significativa de defender «la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión».[76]

La trata de personas

  1. La trata de personas también debe considerarse una grave violación de la dignidad humana.[77]Esto no constituye una novedad, pero su desarrollo adquiere dimensiones trágicas que están a la vista de todos, por lo que el Papa Francisco lo ha denunciado en términos particularmente enérgicos: «reafirmo que la “trata de personas” es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas. ¡Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia ante sí mismos y ante Dios! La Iglesia renueva hoy su fuerte llamamiento para que se defienda siempre la dignidad y la centralidad de toda persona, en el respeto de los derechos fundamentales, como destaca su doctrina social, y pide que los derechos se extiendan realmente allí donde no se los reconoce a millones de hombres y mujeres en todos los continentes. En un mundo en el que se habla mucho de derechos, ¡cuántas veces se ultraja de hecho la dignidad humana! En un mundo donde se habla tanto de derechos, parece que el dinero es el único que los tiene. Queridos hermanos y hermanas, vivimos en un mundo donde manda el dinero. Vivimos en un mundo, en una cultura donde reina el fetichismo del dinero».[78]
  2. Por estos motivos, la Iglesia y la humanidad no deben abandonar la lucha contra fenómenos como el «comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado. Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado de vidas inocentes que va cobrando, que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias. Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos».[79]Ante formas tan diversas y brutales de negación de la dignidad humana, es necesario ser cada vez más conscientes de que «la trata de personas es un crimen contra la humanidad».[80]Niega en sustancia la dignidad humana al menos de dos formas: «desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad. Pero, al mismo tiempo, deshumaniza a quienes la llevan a cabo».[81]

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[72] Cf. Francisco, Cart. enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), n. 38: AAS 112 (2020), 983: «Por consiguiente, también, “hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra”», que cita Benedicto XVI, Mensaje por la 99ª Jornada mundial del Emigrante y del Refugiado (12 octubre 2012): AAS 104 (2012), 908.

[73] Cf. Francisco, Cart. enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), n. 38: AAS 112 (2020), 982-983.

[74] Ibídem, n. 39: AAS 112 (2020), 983.

[75] Benedicto XVI, Cart. enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), n. 62: AAS 101 (2009), 697.

[76] Francisco, Cart. enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), n. 39: AAS 112 (2020), 983.

[77] Puede ser útil aquí recordar la declaración de Pablo III sobre la dignidad de los hombres que se encuentran en las tierras del “Nuevo Mundo” en la Bulla Pastorale officium (29 mayo1537), donde establece – bajo pena de excomunión – que los habitantes de aquellos territorios, «incluso si se encuentran fuera del seno de la Iglesia no estén privados  […] de su libertad o del dominio sobre sus bienes, puesto que son hombres y por eso capaces de fe y salvación» [«licet extra gremium Eccelesiae existant, non tamen sua libertate, aut rerum suarum dominio […] privandos esse, et cum homines, ideoque fidei et salutis capaces sint»]: DH 1495.

[78] Francisco, Discurso a los participantes a la Plenaria del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes (24 mayo 2013): AAS 105 (2013), 470-471.

[79] Francisco, Discurso a la Organización de las Naciones Unidas (25 septiembre 2015): AAS 107 (2015), 1039.

[80] Francisco, Discurso a un grupo de Embajadores con ocasión de la presentación de las Cartas Credenciales (12 diciembre 2013): L’Osservatore Romano (13 diciembre 2013), 8.

[81] Francisco, Discurso a los participantes en la Conferencia internacional sobre la trata de personas (11 abril 2019): AAS 111 (2019), 700.

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