Vulnerabilidad + covid19 = más riesgo de trata

ECCLESIA, 19 octubre, 2020

¿Qué hace la Iglesia contra la Trata? Esta pregunta ha sobrevolado la organización del webinar que el grupo «tejiendo redes contra la trata» ha organizado esta tarde. Esta pregunta, a nivel general, ha sido ampliamente respondida por Francesca Donà, que pertenece a la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. A lo largo de su conferencia, ha ido desvelando algunos de los ejemplos que, en los diferentes continentes, la Iglesia ha puesto en marcha para adaptarse a la vulnerabilidad que la pandemia agrava en víctimas de Trata.

De Inglaterra a Brasil, pasando por Líbano o Australia, son algunos de los países en los que Donà ha mencionado proyectos concretos. La situación es grave: como dato significativo, sacó a relucir el dato  de que, según la ONU, hay 130 millones de personas en riesgo de caer en situación de hambre antes de que termine 2020: y la pobreza y precariedad  es  uno de los factores que más hacen caer a la gene en redes de Trata.

Por ejemplo, en Australia se ha editado una guía para invitar a los cristianos a sensibilizarse contra la trata. En Líbano se han adquirido tarjetas telefónicas que han ayudado a las víctimas de Trata a comunicarse, además de ofrecer asistencia jurídica. En Brasil, ha explicado Donà, la comisión de Pastoral de la Tierra hace esfuerzos en concienciar de los riesgos del trabajo forzoso, y la iglesia ha distribuido alimentos «a miles de personas porque da margen para reflexionar antes de aceptar una oferta peligrosa».

Donà ha terminado sus reflexiones citando dos números de la última encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti. El 189, en el que dice: «la trata de personas es otra vergüenza para la humanidad que la política internacional no debería seguir tolerando, más allá de los discursos y las buenas intenciones. Son mínimos impostergables». Y el 35, que habla sobre la reacción a la crisis de la covid: «Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado».

Un encuentro para concienciar

El webinar ha empezadocon una oración del  obispo de Vitoria y presidente de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana de la CEE, Juan Carlos Elizalde, que recordó cómo ya en el Concilio Vaticano II se resalta la importancia de la dignidad humana y, ahora, Francisco «nos recuerda que la Iglesia está llamada a salir de sí misma, ir a las periferias, no solo geográficas sino existenciales».

También ha intevenido Marifrán Sánchez, directora del secretariado de la misma subcomisión. «Como Iglesia, apostamos por acogida y acompañamiento, defendiendo la dignidad, los derechos fundamentales, el trabajo en red de forma coordinada denunciando las injusticias, proponiendo respuesta, promoviendo el compromiso para un mundo más fraternos, donde nadie sea esclavizado», expresó.

Más pobreza, más riesgo de trata

Tras la conferencia de Francesca Donà, ha comenzado una mesa redonda en la que tomó la palabra, en primer lugar, Marina Sánchez Sierra, que habló de los datos de Cáritas sobre el aumento de la pobreza y la precariedad en nuestro país a causa de la crisis. «Cuando empezó el coronavirus, había un discurso que sostenía que por naturaleza, todos estábamos igual de expuestos a contraerlo independientemente del nivel económico», ha empezado. «Ha medida que ha pasado el tiempo, esto no es así», ha señalado. Por ejemplo. Si durante el estado de alarma el paro en España aumentó en un 2,5%, entre las personas en riesgo de exclusión, aumentó en un 20%.

Sánchez ha comentado dos puntos principales en su presentación. El primero, que las personas en riesgo de exclusión trabajan en sectores precarizados, como el de cuidados, donde se pueden encontrar «situaciones de desprotección jurídica». El segundo, la crisis habitacional. «La dimensión de la vivienda es determinante. pensemos en la higiene, en cocinar, en el techo en que cobijarnos…», ha apuntado. Algo que se agrava para mujeres en situación de trata.

Precisamente, Magdalena Alomar ha hablado de este colectivo en concreto: mujeres en situación de trata con fines de explotación. Pertenece al proyecto que las Oblatas del Santísimo Redentor tienen en Mallorca, y ha formado parte del informe han publicado este pasado verano sobre cómo la pandemia ha afectado a las mujeres atendidas por sus diferentes proyectos en España, Italia y Portugal. Algunas mujeres que habían encontrado trabajo lo han perdido, teniendo que volver a los recursos de apoyo.

Las oblatas piden «una respuesta integral». Como ejemplo, han señalado la inutilidad de las medidas anunciadas en algunas comunidades autónomas de cerrar los prostíbulos. «No vale cerrar los clubs si no hay alternativa para las mujeres», ha sentenciado.

Otras formas de trata también existen

Por su parte, Marta González ha hablado de la situación percibida en los proyectos de las Adoratrices. Se ha centrado en alertar, sobre todo, del aumento de nuevas situaciones de trata. Por ejemplo, personas obligadas a realizar  actividades criminales. Ha contado  cómo, por ejemplo, incluso en el propio estamento judicial a veces ha desconocimiento de cómo se debe aplicar el código penal en estos casos, puesto que una persona víctima de una red de trata y obligada a cometer un delito queda exenta de pena.

También otros tipos de trata como la que obliga a realizar trabajos forzados en el hogar o la de los matrimonios forzados que, ha explicado, existen también en nuestro país. Al mismo tiempo, González ha alertado de que la actual crisis puede llevar al fenómeno invisible de la trata interna.

 

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