Traje mi vida de más de 60 años metida en dos maletas

El programa Integrando, del Instituto da Familia de Orense, ayuda a migrantes y gallegos retornados a encontrar su lugar en la sociedad gallega.

FUENTE: Alfa & Omega, 03/09 Noviembre 2022

Fran OTERO

Para llegar a Orense, donde vive en la actualidad, Lolita Nodar ha hecho muchos viajes y vivido el duelo de dejarlo todo atrás varias veces. Cuando era pequeña recorrió España por la exigencia del trabajo de su padre, guardia civil, y a los 18 años emigró a Venezuela, donde construyó su vida. Fueron 64 años en el país iberoamericano, donde vivió las alegrías y penas de la existencia: tuvo a sus hijos, montó negocios, perdió a su marido con 50 años y, últimamente, compartía su tiempo como voluntaria en un hospital. Pero la situación social y política la obligaron a abandonarlo todo otra vez y a volver a Galicia. «Traje la vida de más de 60 años metida en dos maletas. Fue muy traumático. Dejé mi casa, a mis amigas, mis reuniones, mi voluntariado…», explica a Alfa y Omega. Al duelo hubo que sumar las necesidades más básicas. Ella, que daba de comer a los más necesitados en Venezuela, tuvo que acudir a la parroquia a pedir alimentos y a Cáritas para que le buscasen un alojamiento. Lo consiguió, pero «tenía la autoestima por los suelos».

Y ahí es donde entra el Instituto da Familia y su programa Integrando, dirigido a migrantes y también a gallegos que regresan tras muchos años en la emigración, la mayoría procedentes de Iberoamérica: Venezuela, Cuba, Perú, Ecuador… La intermediación la hizo casualmente la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto, en cuya fiesta en Orense Lolita se encontró con los responsables de esta entidad diocesana, que la invitaron a tomar parte en el proyecto. «Empecé a conocer gente y a participar en actividades y, poco a poco, mi autoestima fue mejorando. Mi vida ha cambiado para bien», añade Nodar, que también da charlas sobre migración en centros educativos.

El de Lolita es un perfil, pero el programa Integrando también atiende a migrantes que llegan a Galicia y que, además de redes sociales e integración, precisan de un trabajo. Esta situación la está viviendo Rafael Ángel Rodríguez este último año. Se vino con su mujer desde Cuba. Dejó allí a sus hijos, con la esperanza de traérselos algún día. «Tanto los migrantes como los gallegos retornados vienen desubicados en lo cultural, con un duelo por la pérdida de estatus, de familia, de costumbres. No tienen una red social de acogida, de referencia, también tiene una dimensión emocional. «Muchos no pueden seguir con la carrera profesional que tenían en sus países de origen. Tienen que asumir que son más que un título y que pueden hacer cosas nuevas», explica María del Carmen Vicente, trabajadora del instituto y coach del programa.

Ella, migrante, también fue usuaria del Instituto da Familia. Además, se propician encuentros con empresarios, donde unos y otros plantean sus necesidades. El resultado es que el 100 % de las personas que pasan por este programa y necesitan un empleo lo acaban consiguiendo. «Aunque el objetivo no es la promoción laboral, el resultado indirecto es ese», añade Domínguez. Para los mayores, ya jubilados, además, la propuesta se amplía con talleres para aprender a manejar el teléfono móvil, para mejorar la memoria o una especie de club de lectura, llamado Leer y ganar, donde se sigue trabajando la parte social y el acompañamiento, la creación de una comunidad. Todas ellas actividades que comparten con gallegos residentes, muchos de los cuales nunca han salido del país.

El programa, que inicia ya su tercera edición en Orense —aunque ya se ha extendido por el resto de la comunidad autónoma—, termina con fiesta que es, además, oportunidad para que gallegos y migrantes, empresarios y migrantes, asociaciones vecinales y migrantes, la propia Iglesia y los migrantes, se encuentren y se conozcan. En una de esas Rafael Ángel Rodríguez decidió apuntarse a Integrando, otros encontraron trabajo e incluso se montó una comunidad de Equipos de Nuestra Señora. «Conocieron esta realidad y vieron un lugar donde realizar su vida matrimonial en un contexto cristiano. Somos contactadores sociales y, desde nuestra identidad católica, favorecemos la inserción en comunidades. A la Iglesia y a la sociedad le viene bien. Llega gente con mucha vitalidad», concluye Domínguez.  «Queremos ser catalizadores de una red de relaciones», afirma el director

Lo que nosotros proponemos es la integración personal y social de estas familias, porque sabemos que les hace falta un soporte. Queremos ser catalizadores y aceleradores de la creación de una red de relaciones. Si tienes buenas relaciones personales y estás ubicado culturalmente, la parte laboral es más fácil», explica a este semanario Xosé Manuel Domínguez Prieto, director del Instituto da Familia. Conseguir este objetivo requiere una serie de sesiones grupales, con talleres sobre autoestima, descubrimiento del propio ser y también entrevistas personales con los coach. A partir de aquí, el que lo necesite recibirá orientación específica para conseguir un empleo, que 100 % de los migrantes que participan en el programa Integrando encuentran un empleo Tres ediciones se han celebrado en Orense con participantes desde los 18 años

 

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