Si la inmigración es solución ¿por qué hacer dee lla problema?

ANTE NUEVAS TRAGEDIAS EN EL MAR

¿Estamos ciegos?

Al menos once migrantes murieron y 64 desaparecieron tras el naufragio de dos barcos frente a las costas italianas el día 17 de junio, según fuentes de la ONU. Los barcos habían salido desde Libia y Turquía, y los migrantes procedían de Irán, Siria, Irak, Afganistán, Egipto, Pakistan y Bangladesh.

Con ello, los muertos y desaparecidos en el Mediterráneo en lo que va de año se elevan a más de 800, un promedio de casi cinco por día, entre ellos al menos 26 niños, algunos de pocos meses. En los últimos diez años más de 23.500 migrantes han muerto o desaparecido en las aguas del Mediterráneo.

A los gobernantes europeos no parecen afectarles estas noticias, ya cotidianas. Su estrategia se basa en ceder el control fronterizo a terceros países en África y Asia (Turquía, Egipto, Níger, Libia, Marruecos…), a cambio de dinero o ventajas diplomáticas, para que contengan la llegada de migrantes, sin garantizar que se respeten los derechos humanos. Turquía, por ejemplo, ya ha recibido 9.400 millones de euros desde 2016 por su “trabajo”.

Desde hace varios años las ONGs humanitarias han denunciado que en los centros libios de detención de migrantes se producen torturas, violaciones y asesinatos. La UE trató priorizar a Níger como ejecutor del trabajo sucio, pero los migrantes no les va mucho mejor allí que en Libia.

Hace unas semanas la UE aprobó un nuevo Pacto Migratorio que reniega de los supuestos valores y principios de solidaridad sobre los que se construyó la Unión. Es un pacto enfocado a evitar a toda costa la llegada de migrantes a las costas europeas. Endurece las condiciones de entrada al territorio comunitario y agiliza el proceso de expulsión a quienes hayan entrado. Muchas personas, incluidos niños, podrán ser detenidas arbitrariamente en las fronteras de la Unión Europea y sufrirán un absoluto desamparo legal.

En 2023, antes de ser aprobado el nuevo Pacto, se produjeron más de 28.600 devoluciones en caliente de personas con derecho a protección internacional, según la ONG Danish, Refugrr Council.

No hay que olvidar el estímulo de la Unión para que los países levanten diques físicos de contención para evitar las llegadas. Quizá el caso más relevante sea el de los más de 2.000 kilómetros de muro de alambre de espino y hormigón en la frontera turca con Irán, financiado con 200 millones de euros por la UE.

Algunos países de la UE han ido más allá en el endurecimiento de la política migratoria, y están deportando a los migrantes irregulares a países africanos (especialmente a Ruanda), que no ofrecen una estancia segura, sin importar cuál sea su procedencia. Como quien tira a la basura un utensilio inservible…

Ya se han normalizado las noticias sobre migrantes hacinados en centros de detención y campos de refugiados; o apaleados en las fronteras y devueltos forzosamente al país extracomunitario desde el que intentaban acceder; migrantes estafados y vejados por redes de traficantes; migrantes deportados en vuelos chárter; migrantes ahogados en el mar o muertos de frío en un bosque recóndito de los Balcanes.

Ahora mismo hay casi 200.000 migrantes varados en campos y centros de refugiados, la mayoría instalados en Serbia y Grecia, según la Organización Internacional para las Migraciones, de la ONU.

La Unión Europea se empeña en poner puertas al campo. Pero la migración siempre ha sido un hecho en Europa y seguirá siéndolo. Las llegadas a Europa y a España aumentaron en 2023 un 54% y un 155%, respectivamente, con relación al año anterior. Cuando Europa cierra una ruta, se abren otras, eso sí: cada vez más peligrosas para las personas que lo arriesgan todo por llegar a Europa. La televisión o internet hacen llegar a las aldeas más remotas de África cómo es la vida en Europa, y la gente se pregunta por qué ellos no pueden vivir así. Algunos expertos calculan que para controlar sus fronteras la UE necesitaría un ejército de 200.000 efectivos.

Demógrafos y economistas coinciden en señalar que la inmigración es la solución para el envejecimiento y las necesidades de mano de obra en Europa. La propia ONU Ha calculado que, al ritmo actual, Europa tendrá en 2050 un déficit de 60,8 millones de trabajadores. Otros centros de estudios lo hacen ascender a más de 72 millones. Pero en Bruselas nadie lo ve.

¿Ceguera suicida, egoísmo cortoplacista o racismo primitivo?

 

 

 

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