Los migrantes que han perdido su vida en el Mediterráneo
El obispo de Cádiz y Ceuta lamenta «el drama cruel y sin sentido» de los que han perdido su vida en el mar
Rafael Zornoza pide por aquellos que intentan cruzar el Estrecho «para conseguir una vida que podía ser más digna, más justa y más humana»
FUENTE: Ecclesia digital, 30 oct. 2022
«Para nosotros mirar al cielo es un reto, es una oración, es una petición de compasión a Dios, primero por los que han muerto y también una petición por los que vivimos, por toda la sociedad«. Con estas palabras, el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, presidió una vigilia de oración en la Playa de los Lances, en Tarifa, la noche del 28 de octubre.
Un encuentro de oración «por todos aquellos migrantes que han perdido su vida o han desaparecido intentando cruzar el Estrecho para conseguir una vida que podía ser más digna, más justa y más humana», expresó.
Un drama cruel
Alrededor de 400 personas se congregaron alrededor de una patera, que simbolizó «este drama cruel y sin sentido al que estamos asistiendo, y doce antorchas como recuerdo a las doce tribus, a todos los pueblos«. «El Señor nos recuerda que vivimos para amar, que amar es dar la vida, y esto supone en nosotros mirar al prójimo, a cada uno en su necesidad, muy especialmente al que lo pasa peor, al desvalido, al pobre, al necesitado, al refugiado, al migrante acogido y querido también por la Iglesia y por Dios”, expresó.
El prelado quiso recordar que «vivimos para amar, que amar es dar la vida, y esto supone en nosotros mirar al prójimo, a cada uno en su necesidad, muy especialmente al que lo pasa peor, al desvalido, al pobre, al necesitado, al refugiado, al migrante acogido y querido también por la Iglesia y por Dios”.
La urgente necesidad de poner nuestra mirada lejos de la indiferencia
Por su parte, Miguel Guillén, voluntario del Secretariado de Migraciones, afirmó que “los migrantes con su presencia nos dicen la urgente necesidad de anteponer la fraternidad al rechazo, la solidaridad a la indiferencia. Hoy cada persona está llamada a reflejar la mirada de Dios hacia sus hermanos y hermanas migrantes y refugiados —son muchos—, para dejar que su mirada amplíe nuestra mirada, gracias al encuentro con esta humanidad en camino, a través de la proximidad concreta”.
Asimismo, defendió la riqueza que las personas migrantes aportan a la sociedad. “Estamos llamados hoy a vivir y difundir la cultura del encuentro, un encuentro igualitario entre migrantes y la población del país de acogida. Es una experiencia enriquecedora, en que se revela la belleza de la diversidad. Y es también fecundo, porque la fe, la esperanza y la tenacidad de los migrantes pueden ser un ejemplo y un incentivo para quienes quieran comprometerse en la construcción de un mundo de paz y bienestar para todos. Pidamos a Dios que nos ayude en esta tarea de construir un mundo en justicia y paz”.
El Padrenuestro y el Al-Fatiha
Con el Salmo Sufí Acrecienta mi luz, del profeta Mahoma, y la lectura de la Palabra de Dios, un grupo de migrantes portaron una gran cruz, que depositaron sobre la patera en recuerdo de todos los fallecidos y desaparecidos. A través de cantos y momentos de silencio y oración se quiso reflejar el sentimiento de dolor, de solidaridad y afecto, al tiempo que el deseo de que este paso fronterizo en las aguas que separan las dos orillas dejen de ser espacios de dolor, sufrimiento, dramas y muertes, y se conviertan en lugares de encuentro, amistad e intercambio entre los pueblos de los dos continentes.
Con el rezo del Padrenuestro y el Al-Fatiha musulmán, se puso punto final a la ceremonia, que terminó con una ofrenda floral al mar, en señal de duelo por los fallecidos y todos aquellos que no consiguieron llegar.
