Antes de que Trump tome posesión de la presidencia
Las caravanas que nunca cesaron
Son miles de personas las que, procedentes de Centroamérica, se reúnen en la ciudad de Tapachula, al sur de México, en la frontera con Guatemala, y emprenden su incierto viaje hacia la frontera estadounidense. Buscan una vida mejor al otro lado de la frontera. Llevan años haciéndolo.
Entre enero y agosto de este año, más de 925.000 migrantes llegaron a México con idea de seguir hacia el norte, de acuerdo a cifras oficiales. Más de 108.000 eran niños, niñas y adolescentes. Proceden de tierras vulnerables a huracanes y devastadoras inundaciones, cada día más mortíferos por los efectos del cambio climático, que cada año pierden sus cosechas, sus tierras, sus viviendas, sus animales…
Ahora tienen sobre ellos la sombra de Donald Trump, que ha prometido una radical política antiinmigración. Tienen prisa por llegar antes de que asuma la presidencia y corte sus sueños. Se ve difícil, porque Trump ha reafirmado que, cuando esté en la Presidencia, usará a los militares para deportar masivamente a los inmigrantes.
Desde mediados de este año, Estados Unidos les permite solicitar una visa humanitaria desde México, y deben esperar en ese país la respuesta. Pero esas respuestas se demoran meses y meses, más largos que la paciencia y la necesidad, y muchos se arriesgan a emprender el viaje. Lo hacen en caravanas de miles de gentes, para protegerse del crimen organizado y de la posibilidad de ser secuestrados, extorsionados o muertos. Con frecuencia son detenidos por la política migratoria de México, que desincentiva su intento de llegar a la frontera con Estados Unidos.