Un libro sobre la migración a Estados Unidos

El verdadero rostro de la migración

En la frontera entre Tijuana y California, el cineasta y escritor Álvaro Hernández cuenta desde dentro los dolores y las esperanzas de los migrantes que buscan otra vida en el norte

Fran Otero. Madrid

FUENTE: Alfa & Omega, nº 1315, 29 Junio 2023, pág. 20.

La vida llevó a Álvaro Hernández Blanco a Los Ángeles después de licenciarse en Comunicación Audiovisual y especializarse en cine. Allí, junto a su mujer puso en marcha un canal de YouTube que hoy tiene 1,3 millones de suscriptores. Pero hasta alcanzar este éxito y regresar hace apenas dos meses a España, vivió en Tijuana (México) durante siete años. El proyecto, llamado La Cooquette, crecía, pero su permiso de estudiante caducaba. Así que decidió establecerse al otro lado de la frontera, que, además, era mucho más barato. Año 2016. Y, claro, allí se encontró con miles de migrantes que intentaban deshacer el camino que él había hecho y alcanzar el sueño americano. Durante esos siete años han pasado varias caravanas por esta ciudad fronteriza, la más importante del país, por lo que se ha encontrado con miles de migrantes en las oficinas para arreglar los papeles y también en los campamentos, a los que acudió a reportear para medios de comunicación. Incluso salió al desierto para buscar los restos de desaparecidos y poder retornarlos a sus familias. Toda esta experiencia la acaba de plasmar en un libro, Migrantes (Rialp, 2023), que recoge la historia de personas concretas, con nombres, apellidos y rostros, porque el autor incorpora 18 fotografías que hablan por sí solas y cuyo eco resuena en el texto.

«Descubrimos la otra cara de Tijuana. Nos habían presentado la violenta, la caótica, la fea… Pero es acogedora, amable con los migrantes y llena de oportunidades», explica Hernández en entrevista con Alfa y Omega. Los perfiles que se encontró son de lo más diversos, como haitianos que no llegaban desde Haití, sino desde Brasil, donde habían recalado tras el terremoto de 2010 para trabajar en la construcción de infraestructuras para los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. Cuando llegó la recesión se tuvieron que irse. Y recorrieron todo el continente. También hondureños y salvadoreños —Bulnes, de Honduras, vive con una bala alojada en el muslo, disparada por pandilleros—, que huían de la violencia en sus países, o venezolanos y nicaragüenses —Olman, de Nicaragua, huyó de las matanzas—, cuya motivación era alejarse de la persecución política.

Al autor, la historia que más le marcó fue la de Yuli. No es para menos. Llegó a su casa desde el sur de México por recomendación de otra persona para ayudarles con sus hijas y las tareas domésticas. En la convivencia se percibe cómo el horizonte de la joven es migrar hacia los Estados Unidos —como ya ha hecho una hermana y ha intentado sin éxito un primo— y cómo la familia española la anima a pensar qué es lo que quiere para su vida.

O la de don Ely, que tras perder a su hermano en el desierto de Sonora cuando cruzaba a Estados Unidos, decidió montar una asociación, Águilas del Desierto, que hace expediciones, tras recorrer en coche cientos de kilómetros, para buscar restos de migrantes o, en alguna ocasión, rescatarlos con vida. Cuando Álvaro Hernández le pidió a don Ely una entrevista, éste le respondió que lo mejor era que se embarcara en una expedición. Y así lo hizo. Tras cinco horas de camino, previa parada para recoger unas cenizas de un migrante que iban a ser devueltas a su familia, gastaron varios días buscando en el desierto. «Me impliqué como un voluntario más. Es una tarea bastante dura a nivel físico y emocional. La hacían voluntarios que llegaban desde distintas partes del país. Conserjes, jardineros, gente que trabaja en el campo —tareas de migrantes— que durante el fin de semana se ponían el traje de superhéroes», subraya.

O la de una mujer mayor hondureña en un campamento que insistía en contarle su testimonio y a poner su rostro para las fotos a cambio de poco de dinero. Doña Natividad no quería cruzar a Estados Unidos, guardaba sitio en la fila para su nieta. Ella quería volver a Tuxla Gutiérrez, al sur, donde había llegado años atrás tras ser extorsionada por la Mara 18. Solo pedía pasar sus últimos días criando unas gallinas y esperando «una muerte de Dios», que ella definió como «tranquila, en paz, cuando Dios te llama». Hernández le dio para qué se hacer con algunas gallinas.

En el fondo, con todas estas historias, el autor quiere desmontar la narrativa migratoria en la que el miedo al migrante se pone por delante. «La mayoría no viene a delinquir. Son personas que contribuyen muchísimo y es lo que he intentado mostrar», añade. Lo resume bien una frase del libro, recordando la pandemia: «A lo largo de unos meses, buena parte de la comunidad migrante situada en los peldaños inferiores de la economía demostró ser más importante que los CEO y los famosos».

Migrantes

Álvaro Hernández Blanco

Rialp, 2023

250 páginas, 18 €

 

 

 

 

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