Periodista sueca contra la trata: entrevista en Madrid

Se llama Kajsa Ekis Ekman y dice: «La clave es tratar la compra de sexo como lo que es: un crimen»

ENTREVISTA / La periodista y activista sueca participa en la primera jornada internacional sobre trata que organizan las oblatas en Madrid este jueves

Cristina Sánchez Aguilar

FUENTE. Alfa & Omega,  23 de Septiembre de 2021, pág. 13

Su libro más famoso es sobre gestación subrogada y la industria del sexo.

¿Qué se compra cuando se compra sexo?
La prostitución es sexo entre dos personas, una que quiere y otra que no. La que acepta el dinero no quiere sexo. Millones de hombres tienen sexo cada día con mujeres que no quieren. Aunque la persona dice que sí porque es esclava, drogadicta, porque tiene problemas… ella no quiere el acto sexual. Por otra parte, el término comprar sexo cosifica a la persona, también desde el lenguaje. El sexo no se separa de la persona.

Por lo tanto, el que compra sexo, compra un ser humano.
Sí, y lo sabe, pero no le importa, porque solo piensa en sí mismo. Este engaño de definir a las prostitutas como trabajadoras sexuales y darles un empoderamiento no está dirigido a los compradores; ellos saben que es falso. Estas campañas están dirigidas al gran público, a las mujeres no prostituidas que no saben de qué va esto y que creen que es un asunto complejo en el que no merece la pena meterse. Y así no vamos a ganar nunca esta batalla, porque las mujeres prostituidas no pueden llevar solas la lucha.

Violaciones en grupo, aumento de pornografía y de focos de prostitución durante la pandemia… ¿Es la educación la clave para poner freno?
No lo es. En Suecia, cuando se descubrió la prostitución como un problema –años 70– llevábamos ya 20 años pensando cómo acabar con ella. Anuncios en la prensa, charlas en las escuelas… Había un montón de campañas tratando de explicar que se fomenta la trata de mujeres cuando se compra sexo. No digo que ningún hombre reaccionase, pero no bajaron las cifras de compradores. La clave es tratarlo como lo que es: un crimen. Para evitar crímenes económicos no se dan charlas en las escuelas; se castigan y ya está. Pues con esto igual.

Y así Suecia llegó al abolicionismo.
Fuimos pioneros en 1999. Se prohíbe pagar por sexo y se penaliza al cliente con multas de prisión y económicas. Luego países como Noruega e Islandia lo implementaron también. Hay que focalizarse en la demanda, porque es muy difícil llegar a los proxenetas, son muy organizados. En Suecia hemos recibido críticas que dicen que habrá industria escondida y sí, la habrá, pero al menos será más difícil acceder a ella. Nosotros llevamos 22 años con esta ley y, a día de hoy, hay una gran estigmatización social sobre el comprador de sexo.

Para los confusos, ¿hay diferencia entre prostitución y trata?
Hay diferencia, claro, entre si tú te prostituyes por tu propio pie o te secuestran en Nigeria y te hacen vudú. Pero lo importante es tratar de entender por qué es la única industria que tiene que secuestrar a sus trabajadoras. Hay empleos miserables en minas, en el sector de la limpieza, en la construcción… mal pagados y con altas tasas de accidentes, pero no necesitan secuestrar a sus trabajadores. Hay gente que emigra para venir a Europa a trabajar a estas industrias. Una llega a la conclusión de que en la prostitución hay más demanda que oferta, más compradores que mujeres que lo hacen por su propia cuenta, y el secuestro y la trata son la solución.

Empezó a luchar contra la prostitución tras convivir en Barcelona con una mujer de origen ruso que se prostituía en la carretera. Murió y la enterraron en una fosa común. ¿Qué provocó esto en usted?
Me di cuenta de la futilidad de las vidas, porque su muerte no le importó a nadie. Conviví con ella en Barcelona cuando tenía 25 años. Tenía un hijo en Rusia que nunca supo qué ocurrió con su madre.

 

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