No son simples números; pero ¡qué terribles los números!
Inmigrantes, víctimas de una política inhumana
Han sido 10.457 las personas que murieron en el mar a lo largo de 2024 (entre el 1 de enero y el 15 de diciembre) en su intento de llegar a las costas españolas, lo que supone una media de casi 30 al día, con un incremento del 58% respecto al año anterior. Lo informa la ONG Caminando Fronteras, aunque advierte que el número de fallecidos podría ser mayor.
Es la cifra más alta registrada por la ONG desde que en 2002 comenzó a investigar las desapariciones de migrantes en el mar de camino a España. En 2023 fallecieron 6.618 personas, y en 2022 fueron 2.390.
Entre los muertos se contabilizan 1.538 niñas, niños y adolescentes, y 421 mujeres.
La mayoría de los fallecimientos (9.757, el 93% del total) ocurrieron en la ruta Atlántica hacia las Islas Canarias, «la más letal a nivel mundial», mientras 517 se produjeron en la ruta Argelina, 110 en el Estrecho y 72 en la ruta de Alborán.
Caminando Fronteras detalla 293 tragedias ocurridas en las diferentes rutas migratorias, y precisa que 131 embarcaciones desaparecieron sin dejar rastro, con todos los inmigrantes que llevaba a bordo.
En todo el año llegaron en cayuco o patera 57.738 migrantes a las costas españolas (43.737 de ellos lo hicieron a Canarias). Es decir, fallecieron 15 por cada 100 que lo intentaron.
Los fallecidos pertenecían a 28 nacionalidades: Argelia, Bangladesh, Burundi, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Irak, Islas Comoras, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Pakistán, República del Congo, Somalia, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.
Los cayucos con mayor incidencia mortal fueron los que salieron de la costa mauritana (6.829 fallecidos), seguidos de los que salieron desde Senegal-Gambia (2.197) y Marruecos y Sahara Occidental (801).
Al analizar las causas del aumento de naufragios, Caminando Fronteras apunta a la omisión del deber de socorro y a la “falta de activación oportuna de los protocolos de rescate”, incluso cuando las autoridades conocían las ubicaciones de las embarcaciones en riesgo. Las políticas migratorias, denuncia, se centran en evitar la llegada de personas migrantes, “incluso a costa de vidas humanas”, y a ello se dedican la mayor parte de los recursos. “Se prioriza el control migratorio sobre el derecho a la vida”.
También señala que el cambio climático, que ha agravado la desertificación en vastas zonas de África, impulsa a muchos africanos a buscar la vida en Europa, en infraembarcaciones precarias, con escasez de agua, de comida y de materiales de navegación. Y lamenta la “criminalización y estigmatización” de organizaciones sociales y de familiares que alertan sobre personas en riesgo, que afecta a la eficacia de las operaciones de rescate.
La ONG llama la atención sobre el aumento de niños, niñas y adolescentes en las rutas migratorias atlánticas, y lamenta que sean utilizados como moneda de cambio política y como víctimas de discursos de odio.
“Urgimos a que se priorice la protección del derecho a la vida, se refuercen las operaciones de búsqueda y rescate, y se garantice la justicia para las víctimas y sus familiares”, concluye.