La Guardia Civil española contra la trata

«Cada víctima que liberamos es una vida que salvamos»

«Nadie que tenga recursos acaba de prostituta. El drama es la miseria que pasan las mujeres»

En doce años de lucha contra la trata, el guardia civil Antonio Asensio ha participado en cientos de redadas. «No veo otra salida que la abolición de la prostitución», dice

Con doce años en primera línea de los Equipos de Mujer-Menor de la Guardia Civil (EMUME), el sargento Antonio Asensio ha participado en decenas de operaciones contra la trata, la prostitución y la corrupción de menores y en cientos de inspecciones de clubes, pisos y locales de carretera. Conoce bien cómo trabajan las redes de captación, una experiencia que ha plasmado en el libro Mujeres encadenadas. «Cuando hacemos una redada, preguntamos a las chicas si están ejerciendo la prostitución voluntariamente o de manera forzada y siempre responden que lo hacen de manera voluntaria», afirma. Esto se debe a que con el tiempo «comienzan a padecer una indefensión aprendida parecida al síndrome de Estocolmo», por la que quitan la responsabilidad a sus proxenetas y piensan que están en los locales o pisos porque así lo han elegido.

En realidad no es así, pues a la hora de relatar las historias que hay detrás de este fenómeno, a Asensio solo le viene una palabra a la cabeza: pobreza. «Nadie que tenga recursos económicos acaba de prostituta. El drama es la miseria que pasan las mujeres de África, Latinoamérica y algunos países de Europa del este», afirma. Así, las mafias «manipulan a niñas y a mujeres jóvenes asegurándoles un futuro mejor en Europa, algo que para los traficantes resulta muy sencillo». Una vez en suelo europeo, «empiezan las coacciones y las amenazas a su vida y a las de sus familiares». Los casos que ha conocido demuestran que «entrar en el circuito de la prostitución es fácil, pero salir es muy difícil».

De esta manera, cientos de chicas son liberadas cada año en España después de haber sido rescatadas por las fuerzas policiales, pero la cifra de las que caen en la red es mucho mayor. Todas acaban en locales donde son explotadas bajo la mirada normalizada de la sociedad. ¿Por qué no se persigue abiertamente esta práctica, si se sabe que en su interior se comete un delito? «El problema es que la prostitución voluntaria no está legislada ni penalizada en España. Solo se puede perseguir la que se realiza bajo coacción», explica Asensio. Así, para que haya una detención por trata, «la mujer tiene que denunciarlo o tienes que demostrar que ha habido violencia e intimidación, algo que en historias con largo recorrido es muy difícil».

Por este motivo, las redadas que aparecen en los medios de comunicación acaban en imputaciones por delitos de blanqueo de dinero o por tráfico de droga, pero no por trata. «Es muy complicado sacar a estas mujeres del circuito de la prostitución. Siempre son más las que se quedan que las que liberamos, pero cada víctima que rescatamos es una vida que salvamos», dice el autor de Mujeres encadenadas.

Asensio, que en su labor de divulgación sobre la trata colabora con la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, habla también de otros actores que colaboran con la perpetuación de este fenómeno: los clientes. Cuando hay una redada, «lo que destaca es la sensación de miedo» que demuestran los que Asensio prefiere llamar directamente «puteros», porque «el resto son eufemismos». Las Fuerzas de Seguridad simplemente pueden pedirles la documentación y les dejan marchar sin más. «Lo que hacen no es sancionable, porque irse de putas hoy en España no conlleva sanción administrativa ni penal», lamenta. Tampoco reciben charlas de concienciación como las que ya existen en Francia, por ejemplo, «porque en España tampoco está regulado». «Lo único que les preocupa es que les llegue alguna noticia a casa»

A la vista de lo que ha conocido en todos estos años, el sargento de la Guardia Civil asegura que la solución a la trata «no puede pasar por otra cosa que por la abolición de la prostitución». Si este paso aún no se ha dado, es porque «hay mucho dinero e intereses detrás», y debido a «la falta de información que hay en la sociedad por este problema.

Si la gente de verdad supiera todo el sufrimiento que hay detrás de la vida de estas mujeres, no permitiría su explotación”.

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