Documento Comunidades acogedoras, continuación. Capítulo 2, apartado 1

Comunidades acogedoras y misioneras Identidad y marco de la pastoral con migrantes Exhortación pastoral

Documento aprobado por la CXXIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española celebrada en Madrid del 4 al 8 de marzo de 2024.

Nota Bene.- Proseguimos la publicación del texto íntegro del documento, que estamos haciendo progresivamente. Suprimimos las notas a pie de página. Hoy publicamos la primera parte (Reconocer la aportación de los migrantes) del segundo Capítulo (Vivir la catolicidad)

  1. Vivir la catolicidad

2.1. Reconocer la aportación de los migrantes

Una lectura creyente del contexto social discernido desde el criterio de la catolicidad no ignora dificultades en la convivencia, pero resalta y ayuda a reconocer la valiosa aportación de las personas migradas a nuestra sociedad y nuestra Iglesia:

a) Trabajo. En primer lugar, las personas migradas aportan su trabajo para el desarrollo del país de acogida e incluso del país de origen a través de las remesas de dinero que envían a sus familias. Como dice el papa Benedicto XVI: «Obviamente estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza laboral» Por otra parte, hemos de tener en cuenta que, la mayoría de las veces, desarrollan trabajos que otras personas del propio país receptor se resisten a realizar. En este sentido, «pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos». Sobre todo, cuando se les posibilita el acceso a un trabajo digno y no sometido a la economía sumergida, o se homologan sus titulaciones para la inclusión laboral más específica.

b) Crecimiento personal. Su presencia nos ofrece también una oportunidad de crecer como personas, ya que «nos ayuda a recuperar algunas dimensiones esenciales de nuestra existencia cristiana y de nuestra humanidad, que corren el riesgo de adormecerse con un estilo de vida lleno de comodidades». Ellos demuestran el valor de realidades como la perseverancia, la austeridad, la alegría, el sacrificio, la laboriosidad. Tampoco debemos menospreciar, como nos dicen los obispos de las Islas Canarias hablando de los jóvenes hacinados en sus centros de acogida, que rejuvenecen a la vieja Europa y «nos abren al desafío de la diversidad, que tiene tanto que ver con el Dios Trinidad». Por lo tanto, al interesarnos por ellos, nos interesamos por nosotros mismos. Cuidando de ellos, todos crecemos.

c) Acercamiento a Dios. Desde el punto de vista cristiano, la aportación más grande que nos hacen tiene que ver con la fe. Como nos recuerda el papa Francisco, la migración no está separada de la historia de la salvación, es más, «forma parte de ella». En las migraciones vemosla «acción providencial de Dios con vistas a la comunión universal»17. Los migrantes nos pueden acercar a Dios y hacer que términos teologales clásicos como liberación, éxodo, pobres, viudas… cobren nueva actualidad y fuerza. Muchos nos han transmitido cómo Dios ha ido apareciendo en sus vidas dándoles impulso y esperanza, de modo que han podido encarar pascualmente las trabas que se les van presentando por el camino. «Con ellos aprendemos a vivir los dolores de la vida, pero en clave de eternidad, en marcha […], en busca de la ciudad futura»

d) Orientación para encontrarlo. El mismo Señor que un día llamó a los discípulos para que estuvieran con él, sigue invitándonos hoy a buscar su rostro, para que lo conozcamos mejor, y para que podamos identificarlo en nuestros hermanos empobrecidos o excluidos. Y, puesto que él también fue migrante, desea que lo descubramos y auxiliemos de forma especial en los que han tenido que abandonar su tierra. De este modo, la diversidad que aportan las personas o familias migradas se convierte en «condición de posibilidad para experimentar a este Dios que, migrante, abraza la multiplicidad pues es esencialmente trinitario» Lo mismo podemos decir de la frontera, lugar que traspasan con facilidad la información y el capital, pero que fácilmente se cierra a las personas. Pues bien, Jesús las atraviesa, las denuncia y nos invita a escuchar su grito y su llamada a crear puentes, no muros.

e) Profetismo. Muchos migrantes son profetas del clamor de Dios que desnuda una religiosidad desencarnada o un sistema político y económico excluyente, y el más salvaje capitalismo que no tiene misericordia con los más pobres… «Los migrantes denuncian de las sociedades el marcado individualismo».

f) Crecimiento de la comunidad. «En el encuentro con la diversidad de los extranjeros […] se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente». Hasta en las aldeas más pequeñas y aisladas fácilmente podemos encontrar personas llegadas de otras tierras. Su presencia nos interpela y nos empuja a trabajar por una Iglesia cada vez más inclusiva. La Iglesia está llamada a salir a las periferias existenciales para curar al herido, para buscar al perdido, siempre «dispuesta para acoger a todos»

 

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