Musulmanes creyentes en una sociedad europea incrédula

«Tenemos que integrar a los musulmanes»

Entrevista al filósofo Rémi Brague

El filósofo francés, autor de Sobre el islam, afirma que la extrema derecha le atribuye más de lo que puede hacer

María Martínez López. Madrid

FUENTE: Alfa & Omega, nº 1358, 13 al 19 Junio 2024, pág. 23

Afirma en su libro, publicado en España por Encuentro, que el islam no es una religión tal como la entendemos.

—Para nosotros, una religión consiste en un culto a Dios. Por lo que se refiere a la moralidad, Dios nos deja escoger lo que tenemos que hacer según las reglas de la moral común. Pero en el islam hay una ley que el musulmán cree que es de origen divino y que tiene que seguir. Claro que es una religión, pero es religión más ley; como el budismo es religión más sabiduría y el judaísmo, religión más pueblo. El cristianismo tiene de particular que es solo una religión.

Analiza algunos de los aspectos controvertidos del islam, como la sharía o la yihad. ¿Cómo presentaría esta religión en síntesis?

—Lo que busca un filósofo es la esencia de las cosas. En este caso, lo que encontramos en todos los países islámicos y en todas las épocas. Hay un principio fundamental que es la idea de una revelación que dicen que viene de Dios y nos da lo que tenemos que hacer. Ello, con variaciones que probablemente vienen más bien de las circunstancias históricas. Cuando buscamos lo que los musulmanes creen o hacen, tenemos que pensar que no es únicamente sobre la base de la fe islámica, sino también del mundo moderno. Lo que describo es lo que tendrían que hacer si siguieran auténticamente los preceptos de su religión.

¿Entra ahí la yihad?

—Yihad significa conquista, no necesariamente guerra. La conquista es esencial al islam. Tiene que expandirse para que todo el mundo sea sometido a la ley de Dios; tiene que sustituir a las religiones anteriores, judaísmo y cristianismo, para la salvación de la gente que todavía no admite que ya es islámica, como enseña una doctrina muy interesante en el islam. Esa conquista no tiene necesariamente que ser violenta. Si se obtiene sin combatir es mejor. Puede ocurrir por persuasión, influencia cultural o por razones demográficas.

Distingue al inicio de su obra entre el islam como actitud ante Dios, como religión, como civilización y como población concreta. En este último sentido, ¿cree posible la formación de comunidades musulmanas a la europea?

—A mi parecer el mayor problema no es el del islam sino el del estado de la civilización europea. Muchos musulmanes podrían contentarse con vivir en una Europa que tuviera principios antropológicos sanos, verdaderos. Ahora bien, en Europa hoy vivimos con principios que son mentira y esas mentiras no les gustan a los musulmanes. Por eso, para esa gente el islam es la solución al estado decadente de nuestra civilización. Los musulmanes son prudentes. Por eso prefieren quedarse un poco fuera del espacio social. Esto no es una explicación universal del fenómeno, pero sí parcial. Tenemos que hacer algo para que la civilización europea sea aceptable para los musulmanes.

A la vista del avance de la extrema derecha en las elecciones europeas, que en su país ha llevado a la convocatoria de comicios, ¿qué puede tener un impacto mayor en nuestras sociedades: la población musulmana o la reacción frente a ella?

—Es un hecho que la gente que llamamos de extrema derecha atribuye al islam más de lo que puede hacer. Me parece que hay gente que dice que todos los aspectos negativos de lo que acontece en Europa vienen de la presencia de musulmanes. Hay una pequeña verdad: esta presencia es un problema. Pero no es el único problema y puede que no sea el más grave. Hay otros: la relación con la naturaleza, la relación con Rusia. Son gente que tenemos que integrar en la sociedad, que tenemos que conseguir que acepte las reglas de convivencia. No se pueden obtener resultados positivos si la gente que viene de fuera no acepta las leyes del país. Pero este es un problema para los políticos; en esto yo, como filósofo, soy totalmente incompetente.

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Comentario: Mucho antes que esta entrevista, no un filósofo francés sino un teólogo español, Olegario González  de Cardedal, había publicado un luminoso artículo cuya tesis fundamental coincidía con la de Rémi Brague: dejando a un lado a los yihadistas violentos que, según otros islamólogos, no son verdaderos musulmanes sino terroristas que instrumentalizan la religión, los musulmanes normales, creyentes sinceros y honrados, se sentirían mucho más a gusto y les sería mucho más fácil integrarse en Europa si la sociedad europea no se hubiese secularizado y degradado como lo está ahora. Por eso en Europa los cristianos nos entendemos mejor con ellos y ellos con nosotros que los ateos, agnósticos o materialistas.     

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