La gran avalancha en la isla de Lampedusa: ¿Italia o Europa?

«Ante la emergencia todos se unen»

Rodrigo Moreno Quicios Roma

FUENTE: Alfa & Omega, nº 1323, 28 Sept. / 04 Oct.  2023, pág.8

«Ahora mismo tenemos en el centro de acogida Contrada Imbriacola a unas 2.000 personas que han llegado en las últimas 48 horas», cuenta a Alfa y Omega Francesca Basile, responsable de migraciones de Cruz Roja. Está desplegada en la isla italiana de Lampedusa, a unos 360 kilómetros de Túnez, un punto caliente en el Mediterráneo al que llegan cada día migrantes buscando un futuro mejor. «Hoy hemos rescatado ya a 17 embarcaciones con unas 500 personas», añade. Es un día relativamente tranquilo comparado con los precedentes. «Hace dos semanas llegamos a tener a 6.000 al mismo tiempo». La situación llevó a la isla a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. La primera presentó un programa de acción insuficiente para Meloni, que reclamó bloqueos y devoluciones. «Fue una situación de saturación muy compleja que superamos movilizando recursos de emergencia de Cruz Roja en el exterior», apunta Basile. «Aquí hubo 2.500 trabajadores por día».

La responsable de migraciones denuncia que «la capacidad oficial del centro es de menos de 400 personas» y la negativa a habilitar más espacios genera hacinamiento. «Nosotros hemos instalada una serie de carpas para asistir a la gente que llega a la playa y resguardarlos del viento», explica. «Tenemos 140 trabajadores, entre ellos sanitarios, psicólogos y mediadores lingüísticos y culturales para comunicarnos con la gente que viene de Bangladés o África subsahariana».

Uno de los programas que Cruz Roja desarrolla en la isla es Restoring Family Links, «un servicio que nace con la Segunda Guerra Mundial para mantener unidas a las familias». Cuando los migrantes llegan al centro les toman los datos, cargan sus móviles y ponen a su disposición una red wifi para contactar con sus familias. «Son todos seres humanos que han hecho un viaje peligrosísimo, se han jugado la vida y merecen tener autonomía y dignidad», sentencia Basile. Para muchos es la primera llamada en mucho tiempo y el trámite ayuda a los trabajadores a recoger información sobre otros fallecidos en el trayecto. «Nos ocupamos de los inmigrantes dispersos y las presuntas víctimas de naufragio, es importante que se garantice continuidad e individuar los casos más vulnerables»

Uno de los programas que Cruz Roja desarrolla en la isla es Restoring Family Links, «un servicio que nace con la Segunda Guerra Mundial para mantener unidas a las familias». Cuando los migrantes llegan al centro les toman los datos, cargan sus móviles y ponen a su disposición una red wifi para contactar con sus familias. «Son todos seres humanos que han hecho un viaje peligrosísimo, se han jugado la vida y merecen tener autonomía y dignidad», sentencia Basile. Para muchos es la primera llamada en mucho tiempo y el trámite ayuda a los trabajadores a recoger información sobre otros fallecidos en el trayecto. «Nos ocupamos de los inmigrantes dispersos y las presuntas víctimas de naufragio, es importante que se garantice continuidad e individuar los casos más vulnerables».

El pueblo está volcado

«La belleza de Lampedusa es que cuando hay una emergencia todos se unen para resolverla», opina Valerio Landri, director general de Cáritas Agrigento, la diócesis en la que está la isla. La entidad ha hecho de San Gerlando, la iglesia del pueblo, su centro de operaciones. «En momentos de gran afluencia hemos repartido 1.700 comidas. Los vecinos tienen experiencia, saben cocinar y reparten ropa a los migrantes», presume. La parroquia cuenta además con una casa de acogida para un máximo de 85 mujeres con sus hijos. «Había tantas personas en la isla que decidimos reservar un espacio para protegerlas».

Aunque no todo es idílico. Según cuenta en la televisión Rai2 Carmello Rizzo, el párroco de San Gerlando, a menudo «tenemos problemas para conseguir medicinas como el paracetamol». «Es difícil pedirlo, enviamos el mensaje hace días y ha llegado tarde.

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