Y si fueras Jesús…

Fue en otoño. Me había puesto de acuerdo con otro sacerdote para ir a recogerlo e ir juntos a una reunión en Juchitán. En cuanto llegué, me encaminé hacia la parroquia. Entonces fue cuando los ví. Eran muchos. Sentados en pequeños grupos a lo largo de los raíles. Cansados, sucios, hambrientos. Probablemente habían llegado algunos días antes en el tren, en la Bestia, y esperaban un nuevo convoy para proseguir el viaje hacia el norte.

Aquel día los ví. Antes sólo había pasado al lado. Como tantos otros. Incluido mi amigo el sacerdote. Cuando le dije: “Tienen hambre, debemos ayudarles”, cambió de tema. Él no los había visto. Yo sí, y sabía perfectamente lo que debía hacer.

A finales del año fui a visitar a mi obispo, y le pedí permiso para ocuparme de los migrantes. Al principio se mostró titubeante. Me dijo que había tres parroquias sin sacerdote y necesitaba que me hiciera cargo de una. Por otra parte, le parecía un esfuerzo titánico… No disponía de medios, no era nadie. Y, sobre todo, tenía ya sesenta años.

Al final le pregunté: “si no fueras obispo sino Jesús ¿qué me dirías?” “Que te ocupes de los migrantes”, respondió. Y me dio el permiso.

  1. Alejandro

(Copiado de una hoja del calendario-taco del Corazón de Jesús,

14 de Febrero de 2022)

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