Testimonio de una familia brasileña

Testimonios de comunión en la diversidad

Desde la familia

Testimonio recogido por Rejane Modesto de Sousa

Periodista, voluntaria de la parroquia de Betlem de Barcelona.

Subcomisión Episcopal para los Laicos, la Familia y la Vida.

FUENTE. Migraciones, nº 7, Septiembre 2021, pág. 16

 

Dicen que nuestro hogar es donde nos sentimos bienvenidos. Y así se siente esta familia de católicos brasileños en la parroquia Mare de Déu de Betlem, en Barcelona. Para ellos, que empezaron a asistir a las misas en portugués celebradas por el padre Adilson el año pasado, durante la pandemia, la acogida del sacerdote y de todos los que integran la comunidad de habla portuguesa fue fundamental para superar el problema que venían afrontando con la llegada del coronavirus.

La familia formada por Simônica de Melo Mariano, su esposo Itainá Brasil Tikler Siedschiang y sus hijos, Taynara Tikler, de dieciocho años, y Vinicius, de trece, llegó a Cataluña hace dieciocho años. Primero vino Itainá y luego Simônica y Taynara. Vinicius, el más joven de la familia, nació en Cataluña. Durante ese tiempo, siempre quisieron mantener su fe y enseñar la religión a sus hijos, pero la asistencia a las misas no estaba tan cerca como ahora. Incluso asistieron a misas en portugués con un sacerdote africano en la parroquia de Betlem, en la Rambla de Catalunya, en Barcelona, pero en ese momento vivían muy cerca de la iglesia, detrás del teatro Liceu. En 2019 se trasladaron a Santa Coloma y empezaron a atender, de forma esporádica, la matriz vecinal.

Pero, poco tiempo después, llegó la pandemia y el confinamiento, y ya no fue posible ir a la iglesia. Luego comenzaron a participar en Tou Tube en las celebraciones  que se realizaban en Brasil. Con la primera flexibilización de las medidas de restricción, Simônica entró por casualidad en la iglesia de Mare de Déu de Betlem y vio un anuncio sobre las celebraciones en idioma portugués. Regresó a casa y se lo mostró a la familia, que se puso muy contenta.

Tras ver el anuncio, ese mismo sábado vinieron a participar y la celebración del padre Adilson los deleitó. Poco después de la misa, el hijo, Vinicius, que ya había realizado un curso preparatorio de monaguillo en la iglesia de San Agustín, pidió ayudar al padre Adilson en las misas. Taynara propuso tocar el violín en el coro de la iglesia y Simônica fue llamada a unirse al grupo de liturgia. Hija de un ministro de la eucaristía de una parroquia en el Estado de Paraná, en Brasil, Simônica se quedó encantada con la oportunidad de volver a participar en la liturgia, porque era una misión que le encomendó su padre cuando era pequeña.

Según Simônica, la homilía del padre Adilson es especial. Es como si estuviera hablando con cada uno de nosotros, dice ella. Además, es un “sacerdote que nos anima y valora”. Otro punto positivo citado por ella es que la parroquia tiene muchas actividades diferentes entre sí y la gente es libre de elegir una de ellas. La familia de Simônica está un poco más aliviada. Durante la pandemia se enfrentaron a un problema de adaptación que tenía la hija, y la participación en las misas ha ayudado a solucionar el problema. Ahora se sienten más unidos.

La familia de Simônica e Itainá es sólo una de las quinientas familias atendidas cada mes en la parroquia Mare de Déu de Betlem. Son familias de países de América Latina y Filipinas, pero el padre Adilson, rector de la parroquia, da la bienvenida a los necesitados, sea cual sea su nacionalidad. Y el servicio en la iglesia se realiza de diversas formas, espirituales, sociales y sacramentales.

 

 

 

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