El nuevo Directorio para la Catequesis también se ocupa de los migrantes

El nuevo Directorio para la Catequesis, preparado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y aprobado por el Papa el 23 de Marzo de este año, pero cuya traducción al español se ha hecho esperar hasta el mes de Octubre, se ocupa de forma exhaustiva de todos los aspectos de la catequesis. Entre ellos, no ha olvidado la catequesis con migrantes.

Como tiene otro capítulo dedicado a los emigrantes y al seguimiento que sería deseable que las comunidades cristianas de sus países de origen hiciesen, deducimos que el término migrantes se refiere aquí a los inmigrantes, y a su atención pastoral en los países de acogida. Transcribimos, pues, el texto del Directorio en este apartado.

Catequesis con migrantes.

  1. La migración es un fenómeno de alcance mundial. Afecta a millones de personas y familias, implicadas en migraciones internas dentro de cada país, -por lo general bajo la forma de éxodo a las ciudades-, o bien en la travesía, a veces peligrosa, a nuevas naciones y continentes. Entre las causas, se encuentran los conflictos bélicos, la violencia, la persecución, la violación de libertades y a dignidad humana, el empobrecimiento, el cambio climático y la movilidad de los rabajadores debida a la globalización.

Es un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional. (Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate).

Todas las Iglesias particulares se encuentran involucradas, ya que pertenecen a los países de origen, de tránsito o destino de estos migrantes. En muchas ocasiones, el proceso migratorio no sólo conlleva graves problemas humanitarios, sino también a menudo el abandono de la práctica religiosa y la crisis de las conviccioes de fe.

  1. La Iglesia, como una “madre sin confines ni fronteras” (Papa Francisco, discurso 21 Nov. 2014), acoge a los migrantes y refugiados, compartiendo con ellos el don de la fe. La Iglesia está implicada en las diversas estructuras de solidaridad y acogida, también preocupada por dar testimonio del Evangelio en estos contextos.

La Iglesia promueve proyectos de evangelización y acompañamiento de los emigrantes durante todo su viaje, partiendo del país de origen, a través de los países de tránsito, hasta el país de acogida, con particular atención en responder a sus exigencias espirituales mediante la catequesis, la liturgia y la celebración de los sacramentos. (Papa Francisco, mismo discurso).

La catequesis con los migrantes en el momento de la primera acogida tiene la tarea de sostener la confianza en la cercanía y la providencia de Dios Padre, de modo que las angustias y esperanzas de los que emprenden su viaje estén iluminadas por la fe. En la catequesis con las comunidades de acogida se debe prestar atención a motivar el deber de solidaridad y a luchar contra los prejuicios negativos.

Esta catequesis tampoco podrá dejar de referirse a los graves problemas que preceden y acompañan el fenómeno migratorio, como son la cuestión demográfica, el trabajo y sus condiciones (fenómeno del trabajo negro), la atención a los numerosos ancianos, la criminalidadrganizada, la explotación (Documento Erga migrantes caritas Christi, del año 2004)

y la trata de personas. Puede resultar provechoso dar a conocer a la comunidad católica local algunas formas características de la fe, de la liturgia y de la devoción de los migrantes, de las que puede surgir una experiencia de la catolicidad de la Iglesia.

  1. Allí donde sea posible, la oferta de una catequesis que tenga en cuenta las formas típicas de entender y practicar la fe de los países de origen, constituye un valioso apoyo para la vida cristiana de los migrantes, especialmente para la primera generación. El uso de la lengua materna es de gran importancia porque es la primera forma de expresión de la propia identidad. (Mismo documento). La Iglesia tiene una pastoral específica para los migrantes, que cuenta con su singularidad cultural y religiosa. Sería injusto añadir a los muchos desarraigos que ya han experimentado también la pérdida de sus ritos e identidad religiosa. Además, los migrantes cristianos, viviendo su fe, se convierten en anunciadores del Evangelio en los países de acogida, enriqueciendo así el tejido espiritual de la Iglesia local y reforzando su misión con la propia tradición cultual y religiosa.
  2. Para asegurar que el cidado pastoral en el ámbito de la catequesis esté más en consonancia con las necesidades específicas de los migrantes,

Que a menudo pertenecen a las diferentes Iglesias sui iuris con sus propias tradiciones teológicas, litúrgicas y espirituales, es indispensable el diálogo y la colaboración más estrecha posible entre la Iglesia de origen y la Iglesia de acogida. Esta colaboración permite contar con material catequético en la tradición y en la lengua materna, y ayuda a la preparación de catequistas idóneos para la tarea de acompañar a los migrantes en el camino de la fe. En esto, deben seguirse las normas del Código de Derecho Canónico y del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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